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Asuntos humanos

20:54, Posted by Dalfario y/o Heretic, No Comment

Se dice de los humanos, entre otras cosas, que tienen necesidades, y gustos innecesarios.

Entre las muchas necesidades humanas defiende la mayoría que, el humano necesita creer. Desde los primeros homo sapiens se encuentra presente la característica biológica, fisiológica de "creer"; creer para sentir seguridad de algo y no cuestionarlo todo, para tener esperanzas, para calmar las inquietudes y preguntas sobre el origen de las cosas, la fidelidad de las parejas, de las amistades, etc. Entonces se decía que dios, siendo una creencia común entre mayorías, respondía a una necesidad biológica. Era la satisfacción obtenida en respuesta a la necesidad de creer firmemente en algo, sin cuestionarlo, pues es un acto de fe, fe en su deseo de mantener vivas sus respuestas y ver firme la satisfacción de su necesidad biológica casi primordial. De ahí el sentimiento de apego o de “fe” a las pobres respuestas que da la creencia en un dios.

Podría decirse que la creencia en dios es entonces, lejos de un mal, una condición normal de la humanidad. Algo natural. Una necesidad como defecar, por ejemplo. No podría pretenderse su erradicación por ser una condición inherente a la humanidad misma, y el mundo entero seria de los estafadores en 2000 años de historia, legitimados por la modernidad. Pues bueno, todo esto es basura.

Para empezar, la necesidad humana, y, básicamente la característica que nos distingue de los demás animales (pues nosotros también lo somos) es la de pensar, procesar conocimientos para crear otros. En fin, conocer. Necesitamos conocer.

Desde nuestro nacimiento vivimos haciendo preguntas a los humanos de mayor edad. Preguntas básicas, otras no tanto, pero no nos vemos satisfechos hasta “conocer”. La creencia es un conocimiento que fue concebido o descubierto por alguien, verdadero o falso, que deja de ser sometido a cuestionamientos. La creencia es la supuesta respuesta a una interrogante, pero se fundamenta en su carácter de incuestionable una vez concebida; de ahí que los creyentes se nieguen a dudar de aquello en lo que creen, porque dicen que se trata de una cuestión de fe y no de razón, y siendo si, no buscarán razonamiento lógico en el objeto de la creencia. Pero, la creencia no deja entonces de ser conocimiento. Es conocimiento, pero como dije puede ser errado, y lo que sucede con la idea de dios es que seguramente es un conocimiento errado. Una falsa respuesta a la pregunta, por ejemplo, ¿De donde surgió el universo? “Fue dios” es lo que “conocen” algunos como respuesta, pero es falsa. Entonces, igualmente podemos decir que, si la creencia es conocimiento, y el conocimiento de algo satisface nuestra necesidad, entonces la creencia en dios satisface nuestra necesidad. Pues no.

La mentira y la patraña son la pena que puede padecer cualquiera menos el autor de ellas, por lo que no buscamos aferrarnos a mentiras. Anhelamos la verdad, el conocimiento cierto, o el que pruebe serlo, o el que por lo menos resulte de un proceso de razonamiento lógico y sistemático para su obtención.

Ahora, podemos decir que la necesidad humana es la de conocer la verdad, o lo que asegure el sentimiento de conciencia de lo que es cierto, no así, las creencias falsas, y las mentiras incuestionables, resultan ser una necedad, un juego de humanos.

Y es ahora donde hablamos de los gustos. Necesidad es una cosa, y costumbres, prácticas o juegos son otra cosa. Porque, si ahora decimos que la creencia en dios no es una necesidad sino un “juego de rol” por ejemplo - y que seguramente fue así como surgieron las religiones del mundo- entonces se podría decir que está bien, porque cada quien tiene derecho a darse un gusto, o a jugar, o a reunirse. Si hay bandas de rock satánico, ¿por qué no debería haberlas de rock cristiano? O reuniones de feligreses en un templo, cuando hay ferias de ciencias y congregaciones de intelectuales en una biblioteca. Pues bueno, esto también es basura.

En Derecho se conoce un principio fundamental que indica que: “el derecho de uno termina donde comienza el derecho de otro”, lo que significa que puede una persona o grupo de personas pueden ser satánicos mientras no se comprometa la vida de un humano u otro animal, como gatos, palomas (ya que hay normas que condenan conductas negativas hacia otras especies animales) para ofrecerlos a su señor Satanás; de igual forma que una persona o grupo de personas pueden ser teístas siempre y cuando no acosen a otras personas o condenen el destino de la humanidad bajo el yugo de doctrinas y costumbres ortodoxas e inexorables que impiden avances científicos y salud a la humanidad (ejemplo de esto, el catolicismo condenando el uso del condón).

También se conoce, por lo menos en Venezuela, una forma de delito llamada “agravillamiento”, que consiste en la reunión de varias personas para planear la comisión de un delito. Solamente el hecho de congregarse varias personas con ese fin es motivo de sanción penal. Entonces, vemos que existen los derechos universales de libre profesión de un credo, y la libertad de transito y reunión, o en fin, de compartir un determinado espacio con otros individuos, pero vemos que basados en estos principios encontramos limitaciones también a derechos humanos como estos.

Si alguien profesa la grandeza de una virgen que mantiene un himen intacto luego de dar a luz a un feto humano (y mágicamente concebido) , para atraer personas, limosnas y diezmos, o lo que es lo mismo, con el fin de “estafar”, o impedir el progreso de muchos por el bien de uno o de unos pocos, se debe limitar entonces el derecho a predicar o a pertenecer a un culto, y si se efectúan reuniones para llevar a cabo esta tarea, se ve también una extralimitación de los derechos de las personas que debe ser impedida y castigada.

Todo esto que se resume en debe haber una limitación de “gustos”, ya sean juegos o costumbres, como adoración de supuestos seres, o reuniones para delirar en grupo.

Ejemplo claro de esto puede ser la venta cigarrillos dañinos, o hamburguesas poco nutritivas, que al igual que las religiones, dicen poco de lo que son o contienen, hacen daño a terceras personas, y buscan favorecer a uno o a unos pocos humanos.

Y ahora sí podemos decir que, el humano no necesita creer, necesita conocer la verdad. Y el humano puede mover su cuerpo, jugar e imaginar, pero no debe seducir ni persuadir para el mal, ocultar la verdad en perjuicio de muchos y beneficio de pocos, ni extorsionar, ni desinformar a terceras personas.

Estas son algunas cosas que hay que tener claras sobre nuestra especie.



autor: Heretic.

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